Estos días están repintando mi calle y la plaza a la que da mi calle. Yo esperaba, iluso de mí, que en este tiempo el responsable del área de urbanismo se hubiera caído de la burra y nos devolviera los tres aparcamientos del final de mi calle, pero nada. Están pintando otra vez los dos carriles, uno para seguir de frente y otro de giro obligatorio a la derecha.
Mi calle es estrecha, un único carril y aparcamientos a la izquierda. Justo antes de dar a la plaza, se ensancha (la acera derecha se abre) y caben, en ese lado, tres coches. Siempre ha sido así… hasta que les dio por remodelar la plaza. Se ve que quitar veinte aparcamientos (la mitad) de la plaza no era suficiente y quitaron también esos tres poniendo un absurdo carril a derecha. Y digo absurdo porque, al remodelar la plaza, e igual que están haciendo en todas partes, dejaron los carriles tan sumamente estrechos y la embocadura tan igualmente estrecha que nada más grande que un Smart puede girar a la derecha desde el carril de la derecha. El resto de los mortales tenemos que girar desde lo más a la izquierda posible, excepto las furgonetas, que hagan lo que hagan, tienen que maniobrar.
Eso aparte de que para dibujar dos carriles tienen que hacerlos paralelos a la acera de la derecha, cuando el eje de la calle sigue la acera de la izquierda. Así, las marcas de los carriles están inclinadas unos 10-15º con respecto al sentido de marcha. De hecho, la flecha del carril izquierdo casi se mete en la última plaza de aparcamiento de la acera izquierda y la única manera de cogerlo bien es saliendo de una cochera de ese lado.
En fin, de que pasen unos días recuperaremos esas tres plazas. No queda otra: después de perder veinte hemos conseguido echar mano de todo sitio donde quepa un coche y no moleste (luego vienen los de «fuera», no se dan cuenta de cómo funciona las cosas, dejan el coche dando por culo, viene la policía y nos empapelan a todos, claro) ahora nos enfrentamos a nuevas obras. Una calle con unos veinte o veinticinco aparcamientos. Si dejan diez, me doy con un canto en los dientes.
¿Por qué no puede haber más políticos que intenten hacer la vida de sus conciudadanos más fácil? ¿Tanto les gusta crear problemas? Yo quiero una ciudad donde pueda vivir, no una donde sea bonito ir de paseo (y lo de «bonito» es un decir: todo en gris, maceteros mega-chuli-modernos con plantas raquíticas, adoquinado con marcas de rodadas a los dos meses…).
A ser posible con un concejal de urbanismo que tenga una mínima idea de lo que hace y tenga la suficiente imaginación como para interpretar los planos de los proyectos que aprueba. Por lo menos, que sea capaz de entender el concepto de «escala».
Y no voy a hablar de los flamantes «contenedores soterrados» con los que están destrozando las calles: unas «islas» de dos metros de lado (algo más de largo, según cuántos sean), elevadas respecto a la calle pero más bajas que las aceras, lo que supone destrozar calle y acera en calles ya de por sí estrechas. No sé, yo he visto contenedores soterrados (mira que le gustó la palabra esa al alcalde) en varias ciudades y quedan a ras de la calle.