Israel mata, para variar

Hoy hemos desayunado o nos hemos tomado el café con una noticia sorprendente: el ejército de Israel aborda unos buques en aguas internacionales, matando al menos a 10 de sus tripulantes y pasajeros. Los buques en cuestión formaban una flotilla que buscaba provocar a Israel, llevando ayuda humanitaria a la franja ocupada de Gaza. Creo que pocos creían que la flotilla llegara a buen puerto (no les iban a dejar), pero muy pocos podrían creer que Israel llevaría a cabo tal acto de piratería en mitad del Mediterráneo.

En fin, otra tanda de muertos más a sumar a cuenta de un país imposible condenado a desaparecer. No hablo con ánimo antisemita ni con ninguna animadversión grave hacia el pueblo israelí, más allá de la ira del momento por un atropello injustificable, sino con un poco de cabeza histórica: Israel es tan imposible como los estados cristianos de Tierra Santa que se crearon tras la conquista de Jerusalén de 1099 (con una masacre difícilmente igualable). De momento se mantienen, por su propia fuerza y por el apoyo de una potencia poderosa (el Papado entonces, EE.UU. ahora), pero, antes o después, tendrán su Hattin y alguien correrá la misma suerte que Reinaldo de Chatillón. Qué pasará y cuándo es algo que no podemos saber, pero sí que el número de muertes seguirá aumentando hasta entonces, y luego habrá más, muchas más, tantas más cuanto más odio se haya sembrado.

Son un pueblo moribundo. Debe dejarlos morir.

¿Quiénes? ¿Los israelíes narn o los árabes centauri?

Sí.

Esperemos que la cosa no acabe igual (¡Ja! Acabará peor, ya lo veréis… Bueno, nuestros nietos).

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