Emidio Tucci, puajjj

Primer día de lluvia-lluvia (LLUVIA) que he sufrido desde que tengo mi gabardina Emidio Tucci, que bien cara me costó en su día. Primer test, después de estos años, que sufre. Y suspende, la jodía. He terminado empapado. La Mark & Spencer que tuve antes, hasta que casi se caía a trozos, me mantuvo seco de cuello a rodilla incluso cuando buceaba en Valdepasillas. Y me salió más barata.

Quiero otra. Mi reino por otra.

PD: en Sevilla eso de que caiga agua del cielo no debe de ser muy común, no, viendo cómo se comporta la gente.

Haz bujero a mitad de asín de grande

Estoy rehaciendo algunos programas de Control Numérico Computerizado pero me he encontrado con un problema: en la ficha de la pieza no figura el grueso de la misma. Normalmente eso no es un problema aquí, ya que siempre se ha puesto como origen del eje Z para cada uno de los orígenes de coordenadas que se emplean en el programa el grueso de la pieza (normalmente, el grueso nominal, esto es, sin contar la chapa). Digo «siempre se ha puesto» porque los programas que yo he revisado hasta el momento siempre estaban así, y yo he hecho lo propio con mis programas.

El problema es que esta tanda de programas impresos que tengo entre manos deben estar sin corregir, porque cada origen de coordenadas tiene su Z a una altura distinta y no sé a qué atenerme. En un sitio serio tendría una base de datos o al menos un fichero al que recurrir, pero aquí no.

Le he comentado el problema a un amigo, todo un señor ingeniero experimentado en estas lides, o sea, que no sé el grueso de las piezas, y me ha contestado:

—Pues aproximadamente, «tal que asín de grandes». Es una medida muy utilizada.

—Y muy divertida cuando tiene que haber taladros centrados a mitad de grueso… ¿Cómo codifico «haz bujero a mitad de asín de grande»?

—Do bujero pos x=por_aquí y=por_allá depth= (tal_que_asín)/2

Caza de brujas

Me comentaba un conocido hace unas semanas que en la empresa en la que trabajaba estaban cansados del trato que recibían de la sede central, en especial en lo referente al bolsillo, que es lo que, a fin de cuentas, más nos duele a todos. Así, me contaba, dentro de la misma campaña podrías encontrarte, en la sede central (en una gran ciudad que dice ser del primer mundo) cobrando como gestor y con comisiones, mientras que ellos estaban de simples teleoperadores. El tema de las comisiones y la categoría es, por lo visto, normal: en el último año le he oído quejarse de lo mismo (sobre todo de las comisiones) en varias campañas que se realizaban conjuntamente en Central City y Culo del Mundo.

Me contaba esto, decía, y que algunos compañeros habían decidido moverse para formar el comité de empresa. Básicamente, cumplir con nuestros derechos como trabajadores para defender sus intereses. Se ve que hubo un chivato y el tema llegó a oídos de la dirección. Y, de repente, se han empezado a producir despidos, todos ellos improcedentes, claro, con su indemnización reglamentaria, coja usted sus cosas y váyase ya, la puerta la tiene ahí. Los afectados, me cuentan, son aquellos que movían el tema y cualquier persona que pudiera estar en el ajo: familiares, compañeros del café, compañeros de mesa…

Me imagino que alguien en la sede de Central City habrá pensado «¿que esos monos extremeños quieren sindicarse y organizarse y pedir que se les trate igual que a trabajadores españoles? Putos sudacas de m…?» «Eh, Pepe, que creo que Extremadura es española. O, por lo menos, está en la Península. Quizás sean portugueses, porque hablan fatal el español. Ya sabes, Extremadura: tomate, matanza, gente de campo, con garrota. Las Hurdes y todo eso. Seguro que van al trabajo en burro.» «Peor me lo pones. Mi abuelo las pasó canutas con sus putos jornaleros. Busca a los responsables y que les rompan las piernas.» «Pepe, que eso ya no se puede hacer.» «Bueno, pues entonces, todos a la calle, haz un buen escarmiento.»

En el fondo, el problema es el de siempre: una empresa funciona bien cuando tiene un personal competente, motivado y bien organizado. Sin embargo, siempre hay alguien que se empeña en echar arena a los engranajes. Puede ser alguien que está en un puesto equivocado (normalmente, más arriba de lo que debería), con un complejo de inferioridad enorme que canaliza atacando a cualquier trabajador competente que pueda ponerlo en evidencia (suelen hacer mucho daño, pues son seres gregarios: identifica rápidamente a sus congéneres y se apoyan mutuamente). Puede ser, desgraciadamente muy habitual, un jefe inútil con un extraño afán por hundir su empresa.

El resultado es, más o menos, el mismo: trabajadores atemorizados y desmotivados, estructura y cadena de mando poco definida o incapaz de cumplir su cometido, información que no llega a quien debería, decisiones de arriba incomprensibles para los de abajo, y la calidad del producto o servicio que se ofrece se resiente, baja el volumen de negocio y nadie presenta soluciones, por miedo o porque los incompetentes han copado los puestos de responsabilidad. Pronto entrará en una espiral descendente de autodestrucción que, dependiendo de la empresa, dará lugar a una agonía más o menos larga.

En fin, un asunto muy tipical Spanish. Podríamos hundir el mundo si exportásemos empresarios y no cerebros.

Y me llegó la crisis

Exactamente eso. Hasta el momento la capeábamos, pero ha dicho el jefe que hasta aquí hemos llegado. La fábrica se enfrenta a un ERE total y cierre. Bueno, echar las culpas a la crisis está muy manido y esto se veía venir. La fábrica agonizaba lentamente desde antes de que empezara a trabajar aquí. Por mucho que los trabajadores nos esforcemos (a fin de cuentas, somos los más interesados en que el negocio funcione), sin un jefe de fábrica es difícil hacer las cosas. Se ponía (y se pone) voluntad, pero sin una jerarquía clara y sin organización, sin un rumbo que seguir, la voluntad sola no basta.

Ahora me toca a mí, aunque técnicamente yo no estoy en esa empresa. No me renuevan el contrato. La verdad es que me lo esperaba porque ya no había trabajo para mí las 8 horas. Este invierno invertía tiempo en desarrollar una base de datos y una aplicación para fábrica, para gestionar los muebles, sus piezas y herrajes, y las órdenes a fábrica, pero al final ese trabajo se queda en nada (aunque he aprendido mucho de datasets, eso sí). En fin, que esto se acaba. Toca recoger manuales y archivos propios, limpiar mi cuenta de usuario, reprogramar copias de seguridad, escaneos de antivirus y demás operaciones de mantenimiento para que requieran la mínima intervención humana posible y que aguanten… lo que puedan. Echaré de menos el servidor, aunque supongo que de cuando en cuando me llamarán para corregir tal o cual problema. En oficina se van a quedar bien solitos: hace un año éramos seis, ahora quedábamos tres.

El mantenimiento de los ordenadores va a quedar reducido al mínimo; el control de stocks de la aplicación de las tiendas morirá en pocos meses; el blog de la tiendas quedará congelado en el tiempo por siempre jamás, pero me libraré del ordenador de riego y de la Dama, la máquina de control numérico. En el fondo, la echaré un poco de menos. Por lo menos, hasta que recuerde lo que es verla arrancar de cuajo una pieza de metro diez por cuarenta de aglomerado de 30mm.

Pienso tomarme unas vacaciones alejado de ordenadores, internet y todo lo que huela a tecnología… bueno, casi todo. Luego, buscar trabajo, claro. Y programar un poco, que llevo un par de meses sin hacer prácticamente nada. Y volver a pegarme con Linux, si tengo tiempo. Parece que una etapa llega a su fin.

La Dama, y un servidor al fondo.

La frase de la semana

No es mi intención empezar a sacar «microposts», pero es que no me resisto a esto:

Como estaba [Vista] pre-instalado, tuve que cambiarlo y ponerle uno pirata.

Ordenador nuevo, Vista preinstalado, y va y lo quita para poner un Vista pirata porque ¡¿viene preinstalado?! De repente, me siento muy, muy cansado. Es lo que hacemos todos cuando nos viene un ordenador sin los discos de instalación del SO y sin los discos de drivers, ¿no? Quitar el SO que trae y poner el mismo, pero pirata (y, a ser posible, «tuneado»).

No hay nada como un antivirus…

…para destrozar un equipo. En mi ordenador del curro, donde llevo probando la RC de 7 desde que salió, instalé una versión de prueba de Avast que me ha ido muy bien, apenas se notaba que estaba. Sin embargo, se acabó el tiempo de prueba y ayer instalé el antivirus que tenemos en la empresa. Hoy, desesperado, lo he quitado. No suelo cronometrar el tiempo que tarda en arrancar el ordenador, pero, más o menos, desde que le doy al botón de encendido hasta que me sale el login apenas me da tiempo a sacar de la cartera la botella de agua, el móvil, el boli (sí, me lo tengo que traer de casa) y la calculadora. Meto el login, lanzo el Internet Explorer, el Outlook y el Firefox y mientras se abren, abro de paso la ventana de la oficina. Luego, mientras me logueo en la aplicación web de la empresa y espero que cargue la barra de menús (Java), Firefox se da por aludido y me deja hacer algo (tengo que jubilarlo porque va rematadamente mal, pero no logro acostumbrarme ni a Opera ni a Safari e Internet Explorer abre las nuevas pestañas demasiado lento).

Pues hoy, con el antivirus puesto, me ha dado tiempo a sacar todo de la cartera, abrir la ventana, colocar las cosas, sentarme, levantarme, ajustar la persiana y volver a sentarme antes de que saliera el login. Y luego otro rato igual hasta tener abierto Outlook e IExplorer. Y un rato después, por fin Firefox. Por un momento he pensado en las actualizaciones de ayer, así que he reiniciado para comprobarlo. Nada, igual.

Así que he desinstalado el antivirus y esto vuela otra vez. Hoy pasaré del antivirus y ya pensaré en algo para mañana. Pero, desde luego, no hay como un antivirus para destrozar el rendimiento de un equipo.

Vendes como yo diga

Con el verano y la crisis, no vendemos nada, así que se me ocurrió preparar una web sencillita para las tiendas con ofertas y promociones, a ver si de ahí nos caía algún cliente. A fin de cuentas, sale más barato que repartir folletos. Ha dado la casualidad de que hoy me ha llegado una curiosa carta de uno de nuestros proveedores, uno bien grande. Básicamente nos dice que Internet como herramienta de venta lo controlan ellos y si queremos mostrar y vender sus productos por Internet, debe de ser con su permiso y con sus condiciones (nada de regalos ni promociones, tales productos sí y tales no, como mucho tal descuento, etc.).

Nosotros queríamos apostar fuerte este verano por ellos, pues tenemos algunos descuentos muy interesantes en algunos productos que queríamos trasladar al PVP. Si al final lo hacemos (que lo haremos; aunque a mí se me han quitado las ganas, necesitamos las ventas y la oferta tiene un buen precio para el cliente y mantiene un buen margen para nosotros), confiaremos en el boca a boca. Y haremos publicidad de proveedores más pequeños.

No soy comercial, no trato con clientes ni con proveedores ni ganas tengo, pero, particularmente, me fastidia que los proveedores nos digan a las tiendas cómo y a qué precio tenemos que vender. Como trabajador que quiere seguir cobrando a fin de mes y como cliente, me fastidia un montón (por decirlo suavemente y no usar palabras que empiezan por j ni por h).

Historias para no dormir: el TRAC desaparecido

Me manda un amigo la siguiente historia que reproduzco aquí tal cual. ¿Habrá segunda parte?

Vivo en medio del campo (a 6,5 km de la ciudad), casi no tengo vecinos, lo cual tiene sus ventajas y sus desventajas. Una de las desventajas es no tener ADSL como cualquiera lo tiene en una ciudad.

El caso es que hace ya bastantes años conseguimos poner teléfono fijo, o algo parecido, con un aparato de Telefónica llamado TRAC (Telefonía Rural de Acceso Celular) y que además de ser de funcionamiento analógico fallaba más que una escopeta de feria. Con los años conseguimos que nos lo cambiaran por otro de funcionamiento digital con el que por fin tendríamos internet (Cuando todo el mundo llevaba ya tiempo con ADSL yo conseguí una línea de 56Kbps que nuca fue a más de 44Kbps). Las llamadas funcionaban mejor que antes, pero Internet…

Ni que decir tiene que al tener contratado un servicio un tanto especial hemos tenido problemas de facturación (sobre todo con la factura plana), con el servicio técnico (algunos no tenían ni idea de qué era eso de un TRAC) y con atención al cliente, que si los del SAT no sabían qué hacer con nosotros ya ni cuento los de atención al cliente.

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Local Business Center de Google

Maldita la hora en que se me ocurrió dar de alta las tiendas en el Local Busines Center de Google. Llevo cuatro días intentando dejarlo todo OK y poniendo a caldo a los de Google. Creo que me empiezo a quedar sin insultos y juramentos.

El tema es, en teoría, mu sencillo y mu bonico: creo una cuenta de Gmail para las tiendas, doy de alta la empresa (realmente, una de las tiendas) con sus datos, teléfono, dirección web y de correo electrónico, subo una fotico, pongo horarios… Acepto y me pide validar los datos a través de un pin que me darán por teléfono, sms o correo postal. Ya empezamos a fastidiar, porque he puesto el teléfono de la tienda y así como que no. Vuelvo atrás y añado el teléfono de la oficina, sigo y, ¡oh!, el teléfono de la oficina no sale, sólo el de la tienda. Vuelvo atrás, pongo como principal el de la oficina y como secundario el de la tienda y lo vuelvo a intentar. Aparentemente funciona, pero aquí no llama nadie (o mejor, nada). No sé si la centralita da problemas o qué. Mal vamos.

Pruebo otra cosa: pongo un móvil (no de la tienda) con idea de validar por sms y luego editar los datos. Mi gozo en un pozo: me llega el sms con el pin de las narices, valido, al cabo de un rato voy a modificar los datos y, en cuanto toco los números de teléfono, me pide otra vez validar. No vale con tener cuenta y haber validado ya los puñeteros datos: como cambie algo, vuelta a empezar.

Con la otra tienda lo he conseguido así: he dado de alta los datos de la tienda. Cuando me ha pedido validar, he vuelto a la página principal del Local Business Center. He dejado reposar el plato, he editado y afinado los datos, subido la imagen y añadido un móvil válido para recibir el sms. A la hora de validar, he comprobado que aparecía el número de móvil y he vuelto a la página principal de Local Business Center.

Cuando me he acordado, he vuelto a editar los datos de la tienda, quitando el número de móvil. A la hora de validar, sin embargo, seguía saliendo. He pedido la validación por sms a ese móvil, me ha llegado el pin, he validado y del número de móvil, como debía ser, ni rastro.

Ahora estoy a ver si consigo hacerlo con la primera tienda y quitar el número de móvil de ahí. Porque ahora, por mucho que lo borro, vuelve a aparecer. En fin, una idea útil y muy interesante, pero a medio hacer.

Error I/O en dispositivo hardware

Lo bueno de ser informático en una empresa es que te conviertes en una pieza clave para el buen funcionamiento de la empresa. Sin ti, los avanzados sistemas que mantienen la empresa en funcionamiento no funcionarían y los problemas que estos sistemas y dispositivos dan a lo largo de la jornada suponen una formación continua increíble, que nos prepara para el futuro.

Hoy me han llamado por un problema de hardware harto complicado de resolver que impedía al departamento de contabilidad hacer su trabajo. Ahí es cuando la formación, la experiencia y la profesionalidad entran en juego para solucionar el problema de la forma más eficiente y rápida y sin decir al luser lo que pensamos realmente. Al final era un atasco de papel que se solucionó con unas pinzas, un destornillador y una papelera.

El problema de hardware lo daba un dispositivo como este:

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