Ayer: «Ponte mañana con la mesa y no lo dejes hasta que la tengas, que tengo un montón esperando». La «mesa» en cuestión es la tapa de una mesa extensible que hay que hacer en control numérico y para la cual hace falta una fresa de moldurar que nunca se ha empleado, por lo que hay que darla de alta en la máquina (aprende cómo, que no hay formación) y hacer una batería de pruebas.
Eso me ha ocupado media mañana. Cuando ya estoy listo para hacer las tapas y alas de la mesa:
Hoy: «¿Cómo llevas el armario?» «Para la semana que viene, cuando termine con la mesa.» «Imposible, tiene que estar ya, que tengo varios que entregar. Ponte con él y no lo dejes hasta que tengas todos los programas.»
El lunes me imagino que será de nuevo la mesa.
El armario también va lento porque no consigo que el responsable del mueble me dé los datos del mueble de una vez. Me dan las medidas. Luego, con suerte, consigo que me digan la posición de los rebajos, ranuras y algunos taladros. Cuando ya está el programa hecho vienen con que así no vale porque antes hay que chapar los cantos y llegan las piezas ya mecanizadas… En fin, el lunes, con suerte, conseguiré que me diga dónde van los taladros de los entrepaños, porque hoy he preguntado tres veces y los únicos que hay, de verdad de la buena, son los que unirán los costados a la base y el techo. Ya. Claro.
En fin, lo de siempre, hoy de informático, mañana de administrativo, pasado de ingeniero técnico industrial.
Al final resulta que tenemos que saber de todo un poco y mucho de muchas cosas, porque sabemos manejar un ordenador sin causar un colapso (al sistema o a nuestro cerebro)
Un saludo