Al principio fue el Caos…

Lo cual no es malo. Siempre hay que empezar por algo. El problema, ¡ah, amigo!, el problema es cuando el Caos no ocurre al Principio, sino a Mitad, y si encima, la Mitad cae en viernes, ya ni te cuento.

Resulta que la empresa de las tiendas usa una aplicación web bastante genérica pero que cumple bien sus funciones: es barata, no requiere mantenimiento propio (cuando se decidieron por ella a mí no me habían contratado y ambos servidores llevaban más de tres años sin mantenimiento) y… eh… es barata. Después de más de un año trabajando con ella nos hemos acostumbrado y adaptado, pero el problema fundamental es obvio: pedidos, albaranes, facturación, datos de los proveedores y clientes… si se cae la aplicación, tenemos un problema, todo menos la contabilidad pasa por ahí.

Pues eso es lo que pasó el viernes. Llegamos por la mañana y el programa está en blanco, en modo demo, sin nuestras modificaciones y sin nuestros datos. Al jefe le entra el sudor frío. Yo empiezo a preguntarme cada cuánto hacen copias de seguridad y cuánta información habremos perdido (confío en que ninguna, ya que el jueves a última hora estaba todo ok). Teléfono arriba, teléfono abajo y me dicen que a las cuatro está todo listo.

El sábado por la mañana la aplicación empieza a funcionar y podemos hacer algo (bueno, los de las tiendas). Sin embargo, parte de las modificaciones de la aplicación no funcionan, empezando por nuestra tabla auxiliar de artículos, vulgarmente artículos externos. Sin esa vamos de culo porque es la que saben usar en las tiendas para dar de alta a los artículos, ya que sólo necesitan cuatro valores: referencia, descripción, coste y proveedor. Además, es la tabla que nos permite trabajar con el precio en puntos, mientras que la principal trabaja en euros.

Hoy lunes sigue sin funcionar esa parte (y algunos flecos más), así que estamos a medio gas. O sea, que de las tiendas me llaman a mí para que dé de alta a tal o cual artículo y poder hacer el pedido. A ver si lo solucionan pronto.

A la pregunta obvia: cuando empezamos con la aplicación pensábamos en meter en la base de datos el catálogo completo de cada proveedor, pero nos encontramos con que era poco práctico. Trabajamos con un montón de proveedores, algunos de los cuales quizá se les pide un artículo al año. Algunos superan las diez mil referencias (sin contar el catálogo de telas si son tapizados), aunque generalmente hablamos de poco más de un centenar a unos pocos miles. En total podríamos tener 50.000 referencias fácilmente. A lo largo de un año de uso quizás usemos 3.000 distintas, así que decidimos dar de alta desde las oficinas sólo ciertas tarifas y catálogos y el resto que lo dieran de alta los vendedores según necesitaran.

Por supuesto, cada cierto tiempo me toca revisar los artículos en busca de referencias duplicadas.

Para colmo, el fax anda en huelga, a la espera de que llegue una pieza desde Barcelona. Nos han prestado otro, pero falla más que una escopeta de feria.

En fin, vaya vuelta de vacaciones.

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