Al otro lado del teléfono una voz muy nerviosa. Pareciera que le ha salido ardiendo el ordenador o ha explotado el servidor de archivos. Supongo que es el habitual problema con LibreOffice (a veces se queda pillado al intentar abrir un documento y hay que matar el proceso; como los usuarios vuelven y vuelven a darle al documento de marras, el número de procesos se dispara) y me levanto a corregirlo. Explicárselo no es factible (a quien tiene capacidad ya se lo he explicado). Llego y me encuentro al usuario con rostro desencajado frente al ordenador, señalando un correo electrónico. Con su nombre de usuario. Con otro dominio. Con el texto en inglés. Pánico ante tan extraño problema.
¡Venga ya! ¿En serio hay gente en España de veintitantos años, con carrera, que no ha visto un mensaje de spam en su vida? Tiemblo el día que le llegue un adjunto.