Vista es el culpable

Vista tiene tan mala fama que es tan tremendamente fácil echarle la culpa de todo… He leído en los comentarios no sé si de una entrada de Menéame o de algún blog las críticas habituales sobre UAC (ya sabéis, que si es una mierda, que si sólo sirve para fastidiar, que vaya basura hizo Microsoft, etc.) con un caso bastante habitual con programas antiguos (en caso de equipos domésticos, principalmente juegos; en este caso concreto, hablamos de una empresa y una aplicación de trabajo): el programa necesita tocar archivos (por ejemplo, de configuración, de estado, temporales…) durante la ejecución de la aplicación. Los archivos están en el directorio de instalación del programa, normalmente en Archivos de programa o en el raíz de la unidad de sistema.

El problema, claro, es que un usuario normal no puede tocar esos archivos. En XP y 2000, la solución cutre era darle al trabajador una cuenta local de administrador para que pudiera trabajar sobre esos archivos sin problema. En Vista el problema, claro, es que por mucho que un usuario pertenezca al grupo de Administradores, trabajará con permisos restringidos y, si hace falta más, se solicitará la elevación de permisos mediante UAC. Como resultado, la aplicación no funciona.

La solución, según el comentarista, fue desactivar UAC y asignarle al trabajador una cuenta de usuario administrador. Lo que me demuestra dos cosas:

1) Que esa empresa no tiene un administrador de sistemas (o «informático» a secas) que se encargue de los equipos o, si lo tiene, se quedó estancado en Windows 9x y cosas como «autoformación», «reciclaje» y «aprendizaje» le suenan a chino.

2) Que es mucho más fácil convencer al jefe y autoconvencerse de lo malo que es el sistema operativo que de lo incompetente que es uno.

Porque si el problema era sólo ese, se soluciona igual que en las versiones anteriores de NT: dando permisos de escritura al usuario o grupo de usuarios pertinente sobre los archivos o carpetas necesarios.

Hasta Yoda hace anuncios

Sí, señor. Hasta el maestro de jedis se ha vendido y hace anuncios. Me recuerda a una escena de Spaceballs. ¿Que qué anuncia? Seguro que lo habéis visto en páginas web y en prensa escrita: las bondades de Internet Explorer 8. O sea, que además de prestarse a hacer anuncios, ¡los hace para el Imperio! En la segunda parte de la campaña, lo estoy viendo, tendremos a Darth Vader diciendo «Si hubiéramos tenido IE8, los rebeldes no nos habrían robado los planos de la Estrella de la Muerte». Bromas aparte, la campaña es curiosa y bien hecha y es un intento de relanzar IE8 en un momento delicado para la familia de navegadores de Microsoft, que sigue perdiendo cuota frente a otras opciones y, sobre todo, un intento de quitarse de encima el sanbenito de navegador inseguro. Porque, vale, IE6 era como era, pero IE8 es uno de los navegadores más seguros que podemos encontrar y ya iba siendo hora de que desde Microsoft pusieran más empeño en alabar sus virtudes para contrarrestar el manido «Internet Explorer es una mierda por donde te van a entrar todos los virus del mundo mundial» que todavía oigo con mucha frecuencia.

Por mi parte, me acostumbré a IE8 en el trabajo (la aplicación de las tiendas sólo funcionaba bajo IE, cosas de los dichosos controles ActiveX y tal; por lo menos, conseguí hacerla funcionar con IE8 y dejar, así, IE6, que hay muchos que no lo han conseguido con sus respectivas aplicaciones) y lo uso en casa cuando la seguridad es prioritaria. En el portátil uso bastante IE8 64bits, aunque eso me suponga quedarme sin flash, porque es bastante más ágil. Y es que la razón por la que no uso IE8 en mi día a día es porque me tarda Dios y ayuda en abrir una nueva pestaña. Y yo soy de los que pulsan Ctrl+T y se ponen a escribir la dirección (o parte, o el nombre) del sitio web, así que IE8 no me da lo que necesito.

Chrome tampoco. Tiene la velocidad a la hora de abrir pestañas, sí, pero la mezcla de barra de direcciones y buscador no me da los resultados deseados, tiene las pestañas arriba. Con otros detalles más a los que tampoco me hago, fue a la pila de descartes. Junto con Ópera, cuya interfaz me desespera y a la que no logro acostumbrarme. Con Safari, tres cuartos de lo mismo. Los he probado alrededor de una semana cada uno y no he conseguido acostumbrarme a ninguno.

Así que sigo usando mi viejo amigo Firefox, pese a ser el menos seguro ahora mismo (con la futura versión 4, ya veremos). No por sus extensiones, que no utilizo, ni porque sea software libre, que me la suda, ni por su ligereza o rapidez. Tampoco por su estabilidad (aunque me apostaría a que los problemas que me da a ese respecto son culpa última de algún control flash). Desde luego, no por su seguridad. Lo utilizo porque me sigue dando lo que necesito. Que, al fin y al cabo, es de lo que se trata.