Sí, señor. Hasta el maestro de jedis se ha vendido y hace anuncios. Me recuerda a una escena de Spaceballs. ¿Que qué anuncia? Seguro que lo habéis visto en páginas web y en prensa escrita: las bondades de Internet Explorer 8. O sea, que además de prestarse a hacer anuncios, ¡los hace para el Imperio! En la segunda parte de la campaña, lo estoy viendo, tendremos a Darth Vader diciendo «Si hubiéramos tenido IE8, los rebeldes no nos habrían robado los planos de la Estrella de la Muerte». Bromas aparte, la campaña es curiosa y bien hecha y es un intento de relanzar IE8 en un momento delicado para la familia de navegadores de Microsoft, que sigue perdiendo cuota frente a otras opciones y, sobre todo, un intento de quitarse de encima el sanbenito de navegador inseguro. Porque, vale, IE6 era como era, pero IE8 es uno de los navegadores más seguros que podemos encontrar y ya iba siendo hora de que desde Microsoft pusieran más empeño en alabar sus virtudes para contrarrestar el manido «Internet Explorer es una mierda por donde te van a entrar todos los virus del mundo mundial» que todavía oigo con mucha frecuencia.
Por mi parte, me acostumbré a IE8 en el trabajo (la aplicación de las tiendas sólo funcionaba bajo IE, cosas de los dichosos controles ActiveX y tal; por lo menos, conseguí hacerla funcionar con IE8 y dejar, así, IE6, que hay muchos que no lo han conseguido con sus respectivas aplicaciones) y lo uso en casa cuando la seguridad es prioritaria. En el portátil uso bastante IE8 64bits, aunque eso me suponga quedarme sin flash, porque es bastante más ágil. Y es que la razón por la que no uso IE8 en mi día a día es porque me tarda Dios y ayuda en abrir una nueva pestaña. Y yo soy de los que pulsan Ctrl+T y se ponen a escribir la dirección (o parte, o el nombre) del sitio web, así que IE8 no me da lo que necesito.
Chrome tampoco. Tiene la velocidad a la hora de abrir pestañas, sí, pero la mezcla de barra de direcciones y buscador no me da los resultados deseados, tiene las pestañas arriba. Con otros detalles más a los que tampoco me hago, fue a la pila de descartes. Junto con Ópera, cuya interfaz me desespera y a la que no logro acostumbrarme. Con Safari, tres cuartos de lo mismo. Los he probado alrededor de una semana cada uno y no he conseguido acostumbrarme a ninguno.
Así que sigo usando mi viejo amigo Firefox, pese a ser el menos seguro ahora mismo (con la futura versión 4, ya veremos). No por sus extensiones, que no utilizo, ni porque sea software libre, que me la suda, ni por su ligereza o rapidez. Tampoco por su estabilidad (aunque me apostaría a que los problemas que me da a ese respecto son culpa última de algún control flash). Desde luego, no por su seguridad. Lo utilizo porque me sigue dando lo que necesito. Que, al fin y al cabo, es de lo que se trata.