Esto es un cuento viejo. Una anécdota con poca utilidad práctica. Tiene 3 años. El culpable fue el nuevo servidor de la empresa, su tarjeta controladora SATA (muy bonita ella, en su slot) y Windows 2003, sin ese driver. Me acuerdo de esto ahora porque, pese a la obsolescencia de XP, aún hay gente empeñada en instalarlo en equipos de última generación con el problema habitual: necesitamos pasarle el driver de la controladora y XP sólo lo admite por disquetera. Disquetera, disquetera… ¿Qué era eso? Vale, nos creamos el disco de instalación personalizado que integre ese driver, ya sea con las propias herramientas que nos ofrece Microsoft o, mucho más fácilmente, con nLite.
Claro, que también podemos hacerlo al estilo me_la_cargué™. Estilo Cubano:
Supongamos que la placa base de nuestro ordenador (mira que era bonito el jodido, tan negro, con sus discos hot swap) tiene conexión de disquetera. Sólo necesitamos coger la disquetera de uno de los venerables PIV de la oficina y listo.
Uhm… Vaya, hombre, la fuente de alimentación no tiene conexión para disquetera.
Bueno, pues ponemos ordenador junto a ordenador, la disquetera conectada a la alimentación de su ordenador y por el cable de datos al server. Ya sólo hace falta un disquete con el driver de la controladora, encender ambos ordenadores y tirar p’alante.
No es muy elegante, ¿verdad?