Semana de histerismo en el trabajo con los últimos días para actualizar los equipos a Windows 10. Al trabajo esperado se ha juntado que dos equipos comprados de segunda mano actualizados desde 7 venían sin activar y tuve que formatear, volver a 7, activar su licencia por teléfono y actualizar a 10. Luego, intenta actualizar los equipos molestando lo menos posible a los usuarios. En algunos casos, el proceso se eternizaba o se quedaba en un punto, sin pasar de él. De rebote, descubrí que parando el servicio de Windows Update tal problema no se presentaba, así que los últimos han ido más rápido. Los equipos «limpios» no han dado problema, sólo trabajo: aplicaciones, fuentes, configuración…
Las actualizaciones han sido más tranquilas, salvo por unos pocos casos. Portátiles, la madre que los trajo. He tenido de todo, y casi todo en Dell: desde flashear la BIOS para poder sacar vídeo a actualizar a 10 como intento desesperado de devolver la vida a un portátil que venía con Vista pero cuyo disco de drivers no traía los drivers del equipo. Problemas con Thunderbird porque en 7 estaban indexados los mensajes por Windows Search y en 10, con Cortana, se queda el cliente de correo tostado a la mínima (revisar la configuración, eliminar del indexado, listo) y poco más, como el intento de meterte Edge hasta en la sopa (no, gracias, deja de abrir los pdf). La actualización nos ha servido para unificar sistemas, que siempre se agradece de cara al soporte a usuarios.
No todo ha sido perfecto y atrás me quedan, descontando algunos portátiles, tres equipos que no puedo actualizar. A saber:
Un equipo de facturación que tiene dos impresoras térmicas. Una no la reconoce, la otra sí. Pero el programa del transportista de la segunda impresora está hecho en Visual FoxPro para Windows 95/98 y no ha habido forma de hacerlo funcionar, así que el equipo se ha quedado con su Windows 7.
Un equipo de fábrica con un venerable XP conectado a una impresora Zebra de etiquetas. Es un Celeron con bastante mili a sus espaldas y es un equipo crítico, así que he dicho «uhm» y me he alejado en silencio, procurando no molestarlo. No me gustaba el ratio riesgo/beneficio.
Y un ordenador crítico de contabilidad. Realmente son dos, uno con XP y otro con 7 y uno de los dos lo tengo que dejar. Cortesía de las páginas de organismos oficiales, que sólo funcionan con ciertas combinaciones de Internet Explorer, Windows y Java.
En fin, hacía mucho tiempo que no tenía tanto trabajo de sistemas y no lo echaba de menos. A ver si la semana que viene puedo seguir programando, que tengo mucho que hacer sobre SAP.